Episode Transcript
Se dice con demasiada frecuencia que hoy en día no se hacen milagros. Bueno, me gustaría rebatir esta idea con mi historia en El Ángel en la Montaña. Bienvenidos a Milagros en el siglo XXI. Soy Clayferson y esta es mi historia. Hace aproximadamente unos 15 años, en Caracas, Venezuela, dos tíos y dos primos y yo decidimos ir a subir la montaña más alta de Caracas. Se encuentra a unos 2650 metros sobre el nivel del mar y su nombre es el Pico Nahuatl. Decidimos ir y venir el mismo día, hacer como una especie de una carrera rápida de ida y venida. Fuimos sin preparación, fuimos sin linternas, sin gran apoyo, porque la idea era ir a solo ida y venida mientras que subíamos durante tantas horas hacia escalera del monte, hacia escalar el pico. Unas dos horas antes de poder llegar a la cumbre, a la cima, nos encontramos un señor sentado descansando con un niño. Conversamos con él, compartimos qué es lo que estábamos haciendo, cuál era nuestra historia, cuál era nuestra idea de ir y morir el mismo día. Y el señor venía ya de bajada. Después de compartir con él durante un tiempo, seguimos nuestro camino, que nos faltaban todavía unas dos horas para poder llegar hasta arriba. Una vez que llegamos arriba, duramos un tiempo allí, unos cuantos minutos, disfrutamos del momento, disfrutamos de haber logrado llegar a cumbre y después nos dispusimos a bajar, a descender la montaña lo más rápido que podíamos. Debo decir que había unas 8 o 9 horas de bajada, porque estamos a unos 1700 metros de desnivel de montaña, de dificultad era unos 1700 metros aproximadamente. En nuestro descenso volvimos a encontrar a este señor y volvimos a hablar con él rápidamente y seguimos nuestro camino. Bajamos relativamente rápido, bajamos corriendo porque ya era bastante tarde y no estaba cayendo la noche y no estábamos preparados para afrontar la oscuridad que nos venía encima. Entonces decidimos bajar. Bajamos lo más rápido que pudimos, la noche al fin y al cabo nos alcanzó. Bajamos el ritmo, pero seguimos bajando lo más rápido posible. En un momento dado, estábamos empezando, mis tíos empezaron a preocuparse porque ellos eran los únicos que conocían el camino y estaban un poco perdidos. Mis dos primos y yo no conocíamos el camino. Entonces en ese momento, cuando la oscuridad completamente nos alcanzó. Empezamos como bueno, ¿Que vamos a hacer ahora? Mi tío que es pastor, propuso hacer una oración. Entonces en ese momento, todos nosotros nos reunimos a orar y decir, bueno Señor, estamos aquí perdidos, la montaña, no sabemos cuál es el camino, ahora necesitamos que tú nos guíes donde el camino. Segundos después de acabar esa oración, detrás del camino donde veníamos, había una gran piedra y ahí apareció una inmensa luz, pero no es una luz sobrenatural, fue una luz de una gran linterna y en esa luz, detrás de esa luz, apareció el mismo señor que habíamos encontrado horas antes, antes llegar a la cumbre. Y cuando volvíamos otra vez descendiendo, este señor era imposible que nos alcanzara, porque bajamos demasiado rápido y era un señor de una edad bastante avanzada, que era imposible que nos alcanzara. Lo que entonces después cuando alcanzó el Señor nos dice, están perdidos, ¿Hacia dónde van? Entonces decimos, sí, sí, estamos perdidos, no sabe dónde estamos. Y en ese momento él nos muestra hacia el lado izquierdo, donde se encontraba el camino que teníamos que tomar. Es decir, si hubiésemos continuado unos metros más hacia abajo, nos hubiésemos perdido completamente la montaña. Si ese señor no hubiese aparecido en ese mismo instante, bueno, quién sabe cuántos. Cuántos días hubiesen pasado nosotros perdidos en la montaña hasta que no hubiese encontrado luego ese señor. Subimos con él, terminamos de la caminata con él, no nos queda muchos, muchos, muchos minutos, ni muchas horas. Terminamos de hablar con él, llegamos hasta el final donde tenemos que llegar y nos pusimos a hablar mis tíos y nuestros fans, nos pusimos hablar entre todos y de repente el señor desapareció. El Señor venía con un niño, pero juntos desaparecieron. Literalmente los buscamos, o sea, eran cuestión de segundos. Vimos y ya no estaba. Buscamos, preguntamos y literalmente desapareció. No se sabe dónde está. Después de hablar con mi familia, nos dimos cuenta de que realmente en ese momento Dios había respondido nuestras oraciones. En ese momento fue cuando nos dimos cuenta de que ese señor fue un ángel enviado por Dios para que no nos perdiéramos, porque si no, hubiésemos estado perdidos en la montaña el día de hoy. Tal vez tú nunca has escuchado esta historia, o tal vez no crees en los milagros, pero quiero invitarte el día de hoy a que si oras con fe y le pides al Señor, él puede ayudarte a encontrar el camino de vuelta, así como nos hizo con nosotros. Así que solamente te invito a que creas que los milagros existen. Esta es mi historia y te invito también a que pruebes al Señor como nosotros lo hicimos. Así que bueno, te invito a que lo pruebes, pongas a prueba. Gracias.
